Tenga para que se entretenga (Extracto)

José Emilio Pacheco

Estimado Señor:
Le envío junto con estas líneas el informe confidencial que me solicitó. Espero que lo encuentre de su entera satisfacción. En espera de sus noticias, me es grato saludarle y ponerme a su disposición.

Ernesto Domínguez Puga
Detective Privado

INFORME CONFIDENCIAL

El 9 de agosto de 1943 la señora Olga Martínez de Andrade y su hijo de seis años, Rafael Andrade Martínez, salieron de su casa. Ella iba a almorzar con su suegra.

En el camino, a la señora Olga se le ocurrió1 ir a pasear al niño en el Bosque de Chapultepec.

Rafael se divertía jugando solo. Más tarde fueron por el lago.

Después de un rato, el niño estaba cansado y se acostó en el suelo. Su madre se sentó en el tronco2 de un viejo árbol.

A la hora del almuerzo el Bosque de Chapultepec había quedado desierto. No se escuchaba ruido de automóviles ni de las lanchas en el lago. Rafael se entretenía en obstaculizar3 con una ramita4 el camino de un caracol. 

 En ese instante se abrió un agujero5 bajo la hierba y apareció un hombre que le dijo a Rafael:

-Déjalo. No lo molestes. Los caracoles6 no hacen daño y conocen el reino de los muertos.

El hombre salió de la tierra, fue hacia Olga, le ofreció un periódico y una rosa con un alfiler7

-Tenga para que se entretenga. Tenga para que se la prenda.8

Olga dio las gracias. Pensó que era un vigilante, un guardián del Parque y no le dio importancia al olor9 a humedad que salía de su cuerpo y su ropa.

Mientras tanto, Rafael se había acercado al desconocido y le preguntaba: – ¿Ahí vives?

-No: más abajo, más adentro.

-¿Y no tienes frío?

-La tierra en su interior está caliente.

-Llévame a conocer tu casa. Mamá ¿me das permiso?

-Niño, no molestes. Dale las gracias al señor y vámonos ya: tu abuelita nos está esperando.

-Señora, permítale a su hijo ver mi casa. No lo deje con la curiosidad.

-Pero, Rafaelito, ese túnel debe de estar muy oscuro. ¿No te da miedo?

-No, mamá.

Olga aceptó de mala gana. El hombre tomó de la mano a Rafael y dijo al empezar el descenso:

-Volveremos. Usted no se preocupe. Sólo voy a enseñarle la entrada de la cueva.

-Cuídelo mucho, por favor. Se lo encargo.

Según el testimonio de parientes y amigos, Olga siempre fue muy distraída. Por tanto, pensó que era normal la curiosidad de su hijo. Guardó la flor y desdobló el periódico. No pudo leerlo. 

Pasaron 15 minutos. El niño no regresaba. Olga se inquietó y fue hasta la entrada de la caverna subterránea10. No se atrevió a entrar en ella así que gritó con la esperanza de que Rafael y el hombre le contestaran. Al no conseguir respuesta, bajó aterrorizada hasta el estanque seco. Veinte minutos después se presentó en Chapultepec el ingeniero Andrade, esposo de Olga y padre de Rafael. En seguida aparecieron los vigilantes del Bosque, la policía, la abuela, los parientes, los amigos y, por supuesto, la multitud de curiosos que siempre parece estar invisiblemente al acecho en todas partes y se materializa cuando sucede algo fuera de lo común.

Cuando yo llegué a Chapultepec como a las cinco de la tarde, la búsqueda continuaba sin que se hubiera encontrado alguna pista. 

Entonces me dejaron comprobar que en la tierra había rastros del niño, pero no del hombre que se lo llevó.

El administrador del Bosque aseguró no tener conocimiento de que hubiera cuevas o agujeros secretos en Chapultepec. 

No encontré a Olga mejor, como si hubiera envejecido varios años en unas cuantas horas. Aún tenía la esperanza de recobrar a su hijo, así que con mucho esfuerzo contestó mis preguntas. Según mis apuntes, la conversación fue como sigue:

-Señora Andrade, ¿cómo vestía el hombre que salió de la tierra para llevarse a Rafael?

-De uniforme.

-¿Uniforme militar, de policía, de guardabosques?

-No, es que, sabe usted, no veo bien sin mis lentes. Pero no me gusta ponérmelos en público. Por eso pasó todo, por eso…

-Cálmate -intervino el ingeniero Andrade cuando su esposa comenzó a llorar.

-Perdone, no me contestó usted: ¿cómo era el uniforme?

-Azul, con adornos rojos y dorados. Parecía muy desteñido.

-¿Azul marino?

-Más bien azul claro, azul pálido.

-Continuemos. Apunté en mi libreta las palabras que le dijo el hombre al darle el periódico y la flor: “Tenga para que se entretenga. Tenga para que se la prenda.” ¿No le parecen muy extrañas?

-Sí, rarísimas. Pero no me di cuenta. Qué estúpida. No me lo perdonaré jamás.

-¿Vio usted en el hombre algún otro rasgo fuera de lo común?

-Recuerdo que hablaba muy despacio y con acento.

-¿Acento regional o como si el español no fuera su lengua?

-Exacto: como si el español no fuera su lengua.

-Entonces ¿cuál era su acento?

-Déjeme ver… quizá… como alemán.

El ingeniero y yo nos miramos. Había muy pocos alemanes en México. 

-¿Y él? ¿Cómo era él?

-Alto… sin pelo… Olía muy fuerte… como a humedad.

-Señora Olga, disculpe el atrevimiento, pero si el hombre era tan extravagante ¿por qué dejó usted que Rafaelito bajara con él a la cueva?

-No sé, no sé. Por tonta, porque él me lo pidió, porque siempre lo he consentido mucho. Nunca pensé que pudiera ocurrirle nada malo…

Espere, hay algo más: cuando el hombre se acercó vi que estaba muy pálido… ¿Cómo decirle…? Blancuzco… Eso es: como un caracol… un caracol fuera de su concha.

-¿Me permite examinar la revista que le dio el hombre?

-Era un periódico, creo yo. También guardé la flor y el alfiler en mi bolsa. Rafael ¿no te acuerdas qué bolsa llevaba?

El ingeniero Andrade abrió la bolsa y nos mostró una rosa negra marchita (no hay en este mundo rosas negras), un alfiler de oro puro muy desgastado y un periódico amarillento que casi se deshizo cuando lo abrimos. Era La Gaceta del Imperio, con fecha del 2 de octubre de 1866. 

El ingeniero Andrade, que en paz descanse, me hizo jurar que guardaría el secreto. El general Maximino Ávila Camacho me recompensó sin medida y me exigió olvidarme del asunto.

Ahora, después de muchos años, confío en usted y me atrevo a contarle todo esto -a nadie más he contado una palabra de todo esto.

Desde entonces hasta hoy, sin fallar nunca, la señora Olga Martínez viuda de Andrade camina todas las mañanas por el Bosque de Chapultepec hablando a solas. A las dos en punto de la tarde se sienta en el tronco viejo del mismo árbol con la esperanza de que algún día la tierra se abrirá para devolverle a su hijo o para llevarla, como los caracoles, al reino de los muertos. Pase usted por allí y la encontrará con el mismo vestido que llevaba el 8 de agosto de 1943: sentada en el tronco, inmóvil, esperando, esperando…

Preguntas de comprensión

1) Contesta las siguientes preguntas relacionadas con el texto y, al mismo tiempo, fíjate en cómo se usa el pronombre de objeto directo en tercera persona «le» en las siguientes interrogantes:

a) ¿Qué le dijo el hombre misterioso a Rafael cuando lo vio por primera vez?

b) ¿Qué le preguntó el niño al hombre que salió de la tierra?

c) ¿Qué le respondió el hombre raro al niño?

d) ¿Qué le pidió Rafael a su mamá?

e) ¿Qué le ofreció el hombre misterioso a la señora Rebeca?

f) ¿Qué cosas interesantes le comentó la señora Rebeca al detective sobre la descripción física del sujeto extraño?

g) ¿Qué le entregó la señora Rebeca al detective?

g) ¿Qué le hizo jurar el Ingeniero Andrade al detective?

i) ¿Qué le exigió hacer el General Camacho al detective sobre lo sucedido?

j) Al final de la historia ¿qué le sugirió el detective hacer al destinatario de la carta para comprobar que todo es real?

Preguntas para discutir

1. Tomando en cuenta que este relato es una crítica social a las esferas del poder en el gobierno ¿a quién representa…

… el hombre caracol?

… la señora Andrade y Rafael ?

… el periódico?

… la rosa y el alfiler?

2) ¿Cómo representa Pacheco a las figuras de poder en el cuento?
Reflexiona sobre los personajes que simbolizan el poder y la autoridad. ¿Qué características les asigna Pacheco y cómo estas reflejan una crítica social?

3) ¿Qué rol juega el entretenimiento en la manipulación del pueblo según el cuento?
Reflexiona sobre el título y su relación con el contenido del cuento. ¿Cómo se utiliza el «entretenimiento» como una herramienta de control o distracción?


Glosario

  1. to come up with ↩︎
  2. trunk ↩︎
  3. to block access ↩︎
  4. twig ↩︎
  5. hole ↩︎
  6. snails ↩︎
  7. a pin ↩︎
  8. «Here, So You Can Have Fun. Here, So You Can Pin It.» ↩︎
  9. smell ↩︎
  10. underground ↩︎
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